Cómo gané victoria sobre el acusador
Solía ser una cristiana insatisfecha, culpando a Dios por mis circunstancias. Pero todo cambió cuando que escuche esto…
En mi temprana juventud decidí vivir para Jesús. Estoy feliz de haberlo hecho, porque eso me salvo de muchas malas decisiones que podrían haberme llevado al pecado.
Aun así, la realidad fue bastante diferente de la expectativa que tenía de una vida con Jesús. Me imagine una vida de armonía, seguridad, paz, gozo y de buenos sentimientos cuando le entregué mi corazón a Jesús.
Pero en la realidad no se veía así.
Muchas veces me preguntaba a mí misma, “¿Por qué esto me pasa a mí? ¿Por qué me veo como me veo? ¿Por qué Dios no me envía mejores circunstancias?” Sentía que estaba en un oscuro túnel, angustiada e infeliz. Dudé que realmente Dios me amaba y comencé a culparlo.
“¿De qué lado estás?”
Un día, mediante la gracia de Dios, recibí luz. Escuche a alguien de mi iglesia diciendo, “O estás en el espíritu de acusación o en el espíritu de intercesión. O estás en el lado de Satanás o en el lado de Jesús. No existe algo intermedio.”
Está escrito sobre Jesús, que Él está sentado en el cielo, intercediendo por nosotros para que tengamos éxito. (Romanos 8:34) Él nos ama y Su palabra está llena de esperanza y fe para nosotros.
Por otra parte, la meta de Satanás es robar, matar y destruir. Él acusa a las personas día y noche. (Apocalipsis 12:10) Primero hace que las cosas del mundo se vean agradables — especialmente las cosas que no tenemos— y después roba nuestra fe en Dios y siembra dudas. Él nos acusa por los pecados que hemos cometido a pesar de que ya hemos recibido el perdón por ellos. Él es el maestro en sembrar pensamientos de crítica y acusación contra otros. Si nosotros le damos espacio a estos pensamientos, siempre veremos a los otros como culpables y no a nosotros mismos.
Tengo 2 opciones: Puedo elegir escuchar la voz de Jesús — quien da fe, esperanza y amor, quien intercede por mí y las personas de mí alrededor y quien ama a todos — o puedo escuchar a Satanás el acusador, quien acusa a la gente y a Dios.
Estas palabras me despertaron. Me di cuenta que estaba en el espíritu de acusación. Estaba escuchando a Satanás sin darme cuenta. Todo este tiempo Él me había estado atormentando con pensamientos negativos. Esa fue la razón de mi insatisfacción y pensamientos oscuros.
“¡Nunca más!”
En aquel día recibí un odio contra las artimañas del diablo, contra todo lo que surgia en mis pensamientos y estaba en contra de Dios. A partir de entonces decidí declararle la guerra a Satanás y estar únicamente del lado de Jesús.
Cuando era tentada en pensar pensamientos negativos, clamé a Jesús, “¡Dame nuevos pensamientos! Lléname con un deseo para lo bueno. ¡Ayúdame a ser agradecida!” también les pedí a mis amigos que oraran por mí, para que a través de la ayuda de Jesús pueda recibir poder sobre el acusador. ¡Jesús venció al acusador, en mi vida también!
La fe en el amor de Dios vino a mi corazón. La oscuridad desapareció y la luz resplandece.
¡Usa la espada!
Hoy en día, peleo una batalla consciente en mis pensamientos para decir “¡No!” a Satanás.
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.” Santiago 4:7. Oro a Dios por ayuda, para poder estar atenta cuando el acusador venga; echarlo afuera con la Palabra de Dios. ¡Elegí creer en Su Palabra!
Estas son algunas de mis “armas:”
“… Dad gracias en todo porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” 1 Tesalonicenses 5:18.
“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Filipenses 4:4.
“Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.” Salmos 37:4
“Jehová es mi pastor; nada me faltará.” Salmos 23:1.
Cuando soy tentada a juzgar a otros, estas palabras me ayudan:
“No juzguéis, para que no seáis juzgados.” Mateo 7:1. O “Ten cuidado de la doctrina.” 1 de Timoteo 4:16. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Marcos 12:3
Viendo más allá de mis propios “problemas”
¡En esta lucha, he aprendido a ser agradecida por el plan de Dios en mi vida, y experimento que Dios puede hacer maravillas en mis pensamientos! Los pensamientos negativos desaparecieron y recibo ideas para bendecir a los que están a mí alrededor. En mis circunstancias, puedo usar mis talentos para bendecir a otros, orar por ellos, ayudarlos, hablar positivamente de ellos en mis conversaciones, animarlos, etc.
Dios me ayuda cada día. Él me da ideas creativas; me muestra lo que puedo mejorar; me ama. Eso me da un descanso interior y una paz profunda que nadie puede quitar.
No es mis circunstancias o sentimientos lo que es importante. Lo que es importante es que crea en Dios y le obedezca, y todo comienza en mis pensamientos.
Estas experiencias me han motivado a continuar peleando la buena lucha de la fe. ¡Quiero ser alguien quien ora por los otros, quien permanece en el espíritu de Jesús y resiste el espíritu del acusador todos los días de mi vida!
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.