¿Buenas cualidades humanas o virtudes de Cristo?
¿Qué pasa cuando llegamos a nuestros límites como humanos?
La salvación – una “operación de rescate”
Es muy bueno y necesario pensar qué significa realmente la palabra “salvación”. Es igual que “rescate”. La salvación en Jesucristo es una “operación de rescate”. Como humanos, nos encontramos en situaciones sin esperanza por causa del pecado. Estamos en necesidad, no solamente para recibir un poco de ayuda – no, tenemos que estar salvados del estrangulamiento del pecado y de nuestra propia voluntad. Es precisamente lo que Jesús quiere hacer con nosotros y nadie más es capaz de hacerlo. Él tiene el poder de perdonar nuestros pecados y ayudarnos en el momento de la tentación para que podemos vencer y así ser transformados en su propia imagen. El evangelio no nos da una esperanza de mejorar, sino de ser transformados.
Mi propia justicia
Hemos de proclamar las virtudes de Cristo, pero no debemos confundir virtudes con buenas cualidades humanas. Hay una tremenda diferencia entre nosotros como personas. Unos nacieron con una fuerza de carácter excepcional mientras que otros son débiles y ceden. Unos son muy egocéntricos mientras que otros por naturaleza son muy servíciales. Pero Dios no es injusto. Para Él, no son los que nacieron con “buenas” tendencias humanas que tienen el mayor valor en sus ojos. No, todos necesitan salvación. Nuestras buenas cualidades humanas son muy limitadas. Por ejemplo, podemos demostrar paciencia y amabilidad, pero si la situación se vuelve demasiado exigente, nuestra intención y cortesía inicial (cualidades humanas) de pronto se acaban.
Hay una diferencia enorme entre buenas cualidades humanas y las virtudes de Cristo. Podemos mostrar una alta moral, ser amable y buenos, vivir una vida buena, pero si somos realmente sinceros y honestos descubrimos rápidamente que nuestras mejores intenciones no son puras. Por ejemplo, el egocentrismo se puede esconder en nuestra amabilidad y mientras hacemos algo bueno para los otros, puede que los estemos juzgando sutilmente o teniendo exigencias escondidas, etc… Podemos hacer muchas cosas que se ven bien, pero somos completamente incapaces de reflejar el reino eternal de Dios e irradiar la gloria que es en Dios.
Lo bueno que hacemos según las virtudes de nuestros propios esfuerzos, puede ser resumido en “mi propia justicia”, y se puede reflexionar, pero no tiene nada que ver con “la justicia que es de Dios por la fe” (Filipenses 3:9) Como Pablo tenemos que llegar a reconocer que “en mí (esto es, en mi carne) no mora el bien.” Romanos 7:18. Es un proceso por el cual cada discípulo tiene que pasar. Aquí cada uno está en el mismo fundamento.
“Un puro fracaso”
Es muy instructivo y fortificante leer lo que Johan O Smith describe del proceso de “mi propia justicia” a la “justicia que es de Dios por la fe”.
“Según la carne soy malo desde las plantas de los pies hasta la coronilla. Mis mejores hechos están entremezclados con egoísmo, mi amor abunda en auto admiración. Mi cristianismo pule aún más el brillo exterior, por lo cual todo el honor lo recibe el insaciable "yo".
Esa vida se me hizo abominable. Entendí que yo era una masa leudada de maldad. Dije a Dios: "No consigo ser un cristiano. Mi vida es una verdadera abominación, un puro fracaso."
A partir de aquel momento Cristo fue mi vida. Había llegado al entendimiento que Él es la vida. A partir de ese momento me vi a mí mismo como caso perdido. Yo aborrezco mi vida en este mundo, porque es mala, y nunca más quiero tratar de hacer algo con ella.” (Carta de Johan O Smith #8)
Una vida en las pisadas de Jesús
Tengo que llegar a la conclusión que simplemente no puedo vivir esa nueva vida. Tengo que llegar al punto donde entiendo que debo vivir en fe con la ayuda que viene de Jesús, quien me salvará de mi maldad y estupidez. Con este entendimiento vengo al trono de gracia y oro de todo mi corazón para “alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” (Hebreos 4:16) Dios ve mi necesidad, Él escucha mi oración y fortalece mi mente con su palabra cuando llego en tentaciones y pruebas. Las respuestas a mis oraciones no significan que ya no soy tentado o probado – no, esto consiste en aprender la obediencia por lo que padezco (hebreos 5:7-8) entonces surge la naturaleza divina.
Hay grandes y gloriosas profundidades en este evangelio y no llegaremos de terminar de explorar las posibilidades que nos da el mensaje de la cruz. Ocurre una transformación, que viene de Dios. Un aroma celestial agradable, la fragancia de Jesucristo aparece en mi vida. (2 corintios 2:15-16) es algo completamente diferente que el sólo hecho de tener una alta moral. Es una vida en las pisadas de Jesús, una vida de discípulo crucificado. Que Dios abre nuestros ojos para que por fe podamos llevar la muerte de Jesús en nuestro cuerpo y experimentar que su vida se vuelve más y más visible en nosotros.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.