Apóstol Pablo: ¿Lo admiramos o imitamos?
Cuando escribe a los hermanos en la iglesia en Corinto: «Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo», 1 Corintios 11,1, ¿Qué es lo que tenemos que imitar? Para saber esto, primero tenemos que identificar lo que había en el núcleo de su vida.
En el mundo cristiano el apóstol Pablo, es quizás, una de las personalidades más destacadas. Visitó muchas iglesias en varios países – lo que implicó arduos y extensos viajes en los que se enfrentó a muchos peligros. Él mismo cuenta que una vez fue apedreado, tres veces azotado y que estuvo naufrago un día y una noche. Durante años fue encarcelado siendo inocente, y finalmente fue ejecutado en Roma.
Claramente nosotros – cuando se trata de las circunstancias cotidianas de la vida – no tenemos opción de seguir los pasos de Pablo en todo lo que él pasó y experimentó. Por lo tanto, es fácil relajarse en el hecho de que uno es «sólo» un cristiano común, en tanto que admira a personas como el apóstol Pablo como una especie de héroe. Por esta razón es muy instructivo y alentador leer lo que el mismo Pablo escribe. ¿Fueron los acontecimientos externos, los más importantes y fundamentales en su vida? ¿Giró su vida cristiana sólo en torno al servicio externo que tenía y a las circunstancias externas que enfrentó?
El núcleo de la vida de Pablo
Cuando escribe a los hermanos en la iglesia en Corinto: «Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo», 1 Corintios 11,1, ¿Qué es lo que tenemos que imitar? Para saber esto, primero tenemos que identificar lo que había en el núcleo de su vida. En primer lugar, él amaba a Jesucristo sobre todas las cosas. Desde esa premisa, vivió y trabajó. En lo absoluto era la intención de Pablo, de que debía haber algunos «héroes» – un grupo especial de personas, con una vida y un servicio en especial – en tanto que el resto solo era «cristianos corrientes». Estando en la cárcel, escribió una carta para la iglesia en Filipos. Allí describe, entre otras cosas, cuál era el núcleo de su vida: «Conforme a mi anhelo y esperanza… ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo». ¡Aquí podemos aprender de él e imitarlo!
Pero cuantas cosas he estimado como pérdida, para ganar a Cristos
«Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida…para ganar a Cristo». «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús». Este es el camino que cada cristiano debe imitar. «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús». ¿No es esto algo atractivo de imitar? «Pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.» Esto escribió un hombre estando en la cárcel. ¿No podemos imitar a Pablo en esto, y aprender lo mismo en nuestras circunstancias?
¿Lo admiramos o imitamos?
En el mundo de los deportes vemos que es muy fácil sentarse en las tribunas y admirar a los que, con entrenamientos diarios y gran sacrificio, lo dan todo por su deporte. Sin embargo, la intención del cristianismo no es que se admiren unos pocos santos los cuales consideramos como «héroes». Esto nos lo ha enseñado muy claro el apóstol Pablo. El cristianismo, es amar a Jesucristo de todo corazón. El cristianismo significa que seguimos a Jesucristo, que vivimos según la Palabra de Dios e imitamos a aquellos hombres y mujeres de Dios que han vivido antes que nosotros. El cristianismo impregna todas nuestras obras, pensamientos y palabras – cada día, dondequiera que estamos. Entonces uno ya no admira a Pablo como héroe, sino que lo ve como un ejemplo que ahora por fe lo puede imitar.
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.