20 ejemplos de lo que significa ser pobre en espíritu
Jesús comenzó el conocido Sermón del Monte con “Bienaventurados los pobres en espíritu …” Aquí tenemos una profundización de lo que significa.
"Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos." Mateo 5:1-3.
¡Ser pobre en espíritu debe ser muy importante y valioso, si significa tomar posesión del reino de los cielos!
¿Cómo podemos saber si somos pobres en espíritu?
Estas son algunas características de alguien que es pobre en espíritu:
Siempre es humilde ante sus propios ojos. No se exalta a sí mismo; no es orgulloso a pesar de que puede ser considerado insignificante por otros, él ve todo como la voluntad de Dios y se goza de que se le permita compartir los sufrimientos de Cristo. Se vuelve natural para él seguir el camino del Cordero; la humillación se convierte en su alimento, la exaltación en su recompensa. (1 Pedro 5: 5; 1 Pedro 4:13; 1 Pedro 5: 6)
Ama hacer todo su trabajo en lo oculto y no recibe honor de los hombres. (Mateo 6: 1-4)
Ama ocupar el último lugar, no porque desee ser más estimado, sino porque piensa que ese es precisamente el lugar que le corresponde. (Lucas 14: 7-11, Filipenses 2: 3)
Es reservado en su conducta, no es agresivo ni exigente.
Ama renunciar a sus ventajas para el beneficio de los demás. (Filipenses 2: 4)
No busca ser alguien grande, tanto en lo terrenal como en un nivel espiritual; su único deseo es hacer la voluntad de Dios de minuto a minuto.
No busca ganar influencia con las personas, sin embargo, su anhelo es que las personas puedan estar bajo la influencia de Dios. (1 Corintios 2: 1-5, 1 Corintios 9: 19-23)
El tiempo es precioso para él; no tiene nada que perder; sin embargo, él está en calma y nunca es llevado a hacer nada a prisa. (Efesios 5: 16-17)
Se santifica a sí mismo para que otros, con su ejemplo, puedan santificarse en la verdad. (Juan 17:19; 1 Timoteo 4:16)
Se niega a sí mismo para que su vida no sea, de ninguna forma, una ofensa para los otros. (Mateo 16:24)
Está satisfecho con la cruz que Dios le da a cargar, y no se queja cuando otros lo molestan.
No retrocede en los sufrimientos de Cristo, por lo que después de que él mismo haya sido probado, puede ayudar a otros. (Romanos 8:18, 2 Corintios 1: 3-5)
Es feliz dondequiera que Dios lo pone, ya sea entre las multitudes bulliciosas o en un lugar solitario, porque se encuentra con Dios en cada lugar al hacer su voluntad.
Da un gran valor al hecho de que donde sea que está o ha estado los otros encontrarán solo la verdad en él.
Su amor lo constriñe a contribuir al bien de los demás; siente que está en deuda con todos. Su vida evoluciona como la vida de un servidor, y está más que dispuesto a soportar las cargas de los demás.
Nunca sueña con cosas grandes, sino que presta atención a las cosas pequeñas. Ningún trabajo es insignificante, y nadie es demasiado pequeño para ser servido.
No discrimina y es servidor de todos. Por lo tanto, él va tan voluntariamente a donde prevalece la tristeza como a donde la alegría se desborda. (Marcos 9:35, 1 Corintios 9: 19-23, Romanos 12: 15-16)
Vive su vida para darla como un sacrificio. (Marcos 10:45; Juan 15: 12-13)
Está dispuesto a pisar las espinas solo para poder consolar a los demás en sus sufrimientos. (2 Corintios 1: 3-6; Colosenses 1:24)
Su oído está abierto a la voz de Dios, no solo para su autosatisfacción, sino para hacer lo que ha escuchado. (Santiago 1:22)
La pobreza en espíritu es algo por lo que hay que luchar: "¡Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos!"
Esta es una versión editada de un artículo que fue publicado por primera vez en noruego con el título "No en palabra, pero en obra y en verdad" en el periódico de BCC "Skjulte Skatter" ("Tesoros Escondidos") en diciembre de 1912.
© Copyright Stiftelsen Skjulte Skatters Forlag
Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.