Dejando pasar los días

Dejando pasar los días

¿Qué se considera como un día productivo?

5 Min

Es lunes en la mañana, el comienzo de una nueva semana.

Un día normal para mí es: despertar, desayunar rápidamente, tomar un té mientras preparo mi lonchera para el trabajo, y listo. Tranquilamente manejo 20 minutos hasta mi trabajo, sin pensar realmente en nada, solamente preparándome mentalmente para el día. Llego al trabajo, me ocupo de todo lo que se tiene que hacer para ese día, y estoy muy feliz cuando dan las 4:30 p.m. y puedo regresar a casa. Hago la cena, paso algo de tiempo con mi esposo, en ocaciones descanso un poco, después hago mis quehaceres y mantengo la casa limpia y en orden antes de ir a dormir. Todo un día ha pasado y he estado feliz, alegre, he sido buena con los demás, he terminado con la limpieza y ha sido un día productivo.

En resúmen, al final del día puedo pensar en lo que pasó y estar muy satisfecha con lo que hice.

¿Qué es un día espiritualmente productivo?

Pero ¿qué hay de mi vida espiritual? Si no me he alimentado espiritualmente, ni he pensado en mi llamado, quiere decir que tampoco he estado despierta para ver las posibilidades que contienen mi día, ¿cómo es que ha sido un día espiritualmente productivo? Claro, quizá lave toda la ropa, pagué las cuentas que tenía que pagar, pero ¿he progresado espiritualmente?

Ser espiritualmente productivo significa que he visto el pecado que mora en mi carne (Romanos 7: 17-20) y me he purificado de él. La molestia de un compañero de trabajo, la frustración cuando las cosas no suceden como yo quiero, o la impaciencia cuando una computadora esta lenta. Pueden parecer insignificantes, pero este tipo de cosas aparecen en mi vida diaria y tengo que aprender a ser libre de ellas. Ser espiritualmente productivo significa desechar progresivamente ese "pecado en que esta en mi carne." Si pienso que puedo pasar un día entero sin tener ninguna tentación, quiere decir simplemente que no estoy despierta, porque la tentación a pecar siempre surgirá en mi vida diaria. Y si no soy capaz de verlas, es porque no tengo los ojos abiertos.

¡Qué seriedad hay en esto! ¿Cómo puedo liberarme del pecado en mi carne si no veo nada para purificar?

La razón por la que no veo estas cosas es porque me siento satisfecha de como soy, y ya no tengo un anhelo en mi corazón, ni hay necesidad en mi vida de por dejar de vivir conforme a los deseos de mi carne para que pueda ser conformado a la imagen de Cristo; no existe un verdadero odio (1 Pedro 4: 1-2). Esto es extremadamente peligroso. Ya que si ocurre entonces me vuelvo complaciente, y ya no veo el pecado como sobremanera pecaminoso. (Romanos 7:13)

Debo de trabajar conscientemente

Claro que no es exactamente así cómo yo pienso; Ni ando por ahí pensando: "Estoy satisfecha de como soy y ya no necesito purificarme", sino más bien en la forma de no darme cuenta cuándo el Espíritu me habla, y, por ejemplo, no ver la oportunidad que tuve en ese momento para humillarme.

Si estoy satisfecha con mi estado espiritual, ¿cómo puedo progresar? No puedo progresar si no veo la necesidad de hacerlo. No nací con una paciencia perfecta, con la capacidad de perdonar fácilmente a los demás, etc. Pero con la gracia de Dios, puedo llegar a ser así. ¡Realmente puedo alcanzar la naturaleza divina! Pero solo puedo llegar a la naturaleza divina limpiándome constantemente de lo que veo que se levanta en mi carne. (2 Pedro 1: 2-4) Tengo que trabajar conscientemente en mi salvación todo el tiempo. (Filipenses 2:12)

Necesito tomarme tiempo para leer mi Biblia, y llenarme con la Palabra de Dios, en ella obtengo armas que puedo usar en mi situaciones. Necesito ejercitar mis pensamientos para orar por mí misma, orar por los demás, y no andar en la vanidad de mi propia mente. (Efesios 4:17) Puedo fortalecer a los demás a través de la oración.

Leí un versículo esta mañana: "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación." Hebreos 3:15. Entonces, cuando escucho la voz de Dios hablándome y pidiéndome que haga algo, tengo que ser rápida en hacerlo. Si dejo de escuchar, o sigo posponiendo lo que pienso que debo hacer o decir, entonces Dios deja de insistirme y me vuelvo sorda a la voz del Espíritu. Todas las mañanas tengo que orar para tener realmente los ojos abiertos en las situaciones y tentaciones del día, para que pueda vencer rápidamente. Tengo que orar para tener un odio contra el pecado para que cuando Dios me muestre algo en mi carne, pueda odiarlo y destruirlo rápidamente.

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.