¿Por qué necesito la salvación?

¿Por qué necesito la salvación?

Sólo hay una cosa que realmente te puede satisfacer.

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Hay una intranquilidad, o vanidad persistente que no puedes explicar. O bien podrías describirlo como una «pesadez», un sentimiento de culpa del cual no puedes sacudirte. Intentas distraerte, pero nada parece funcionar en el grado que esperado. Hay una razón para esto.

El vacío de tus deseos

En Eclesiastés 1,8 está escrito: «Nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.» También está escrito: «Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu. Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.» Eclesiastés 1,14-15.

¡Hay una gran vanidad en las cosas de este mundo! Independiente de lo mucho que logres alcanzar en tu vida, nunca estás realmente satisfecho. Anhelas paz y alegría, pero esto no lo encuentras en ningún lugar. Te esfuerzas y esfuerzas, pero al final de cada día encuentras que esto sigue faltando en tu vida.

¿No anhelas ser salvo de esta vanidad?

¡La eternidad está en tu corazón!

En Eclesiastés 3,11 está escrito que: «Y ha puesto eternidad en el corazón de ellos.» ¿Has pensado alguna vez en esto? Es exactamente lo que Dios ha hecho por ti. Ha creado un anhelo en tu corazón, ¡un anhelo hacia lo que es bello, puro y eterno! ¿Has sentido este anhelo en tu vida?

Quizás no siempre eres consciente que este anhelo está presente, pero lo sientes de vez en cuando. A veces se manifiesta cuando las cosas no salen según lo planeado, cuando estás triste, decepcionado o solo. En otras ocasiones lo notas cuando has logrado algo, o cuando alcanzas un hito en tu vida. Incluso en la cumbre del éxito no puedes dejar de pensar que debe haber algo más. Tienes un anhelo de las cosas que son eternas, y nada del mundo tiene la capacidad de satisfacer este deseo.

Entonces, ¿qué puede satisfacerlo?

Fuente de vida y alegría

¿No es Dios mismo quien puede hacerlo? Él es quien te ha dado tu espíritu, cuerpo y alma. (Génesis 2,7) Él es quien te ha creado y dado la vida. ¡Él es la fuente misma de la vida y la alegría!

Desde el principio, Dios ha deseado llevar a la humanidad por su espíritu. Pero por causa de la caída, el pecado penetró en la naturaleza humana y la humanidad perdió su conexión con Dios (la fuente de la vida). Las personas comenzaron a ser guiadas por sus propios deseos en lugar de su Padre Celestial, cayendo en una gran oscuridad y vanidad.

Esta es la razón de por qué sientes esto. Esta es la razón de por qué nada en este mundo te puede satisfacer. ¡El objetivo es que tengas una conexión con tu Padre en el cielo! Pero, en cambio, estás atado por las pasiones y deseos pecaminosos que existen en tu interior desde la caída en el pecado. Independiente de cuánto lo intentas, nunca puedes ser feliz en esta condición. «Porque la paga del pecado es muerte… » Romanos 6,23.

Un camino de regreso al Padre

Pero, afortunadamente no tienes que vivir en este estado miserable, ¡donde el dominio de la muerte y la vanidad predominan! Dios anhela tener comunión contigo. (Santiago 4,5-8) Tanto es así que envió a su propio Hijo, Jesucristo, a la tierra para liberarte de las cadenas que te atan como resultado de vivir una vida de acuerdo a tus deseos. Él venció justamente lo que separa a los hombres de su Creador: el pecado o desobediencia hacia la buena y perfecta voluntad de Dios. El pecado fue condenado en su carne cuando se negó a su propia voluntad para cumplir con la voluntad de Dios, y por este motivo pudo crear un camino de regreso al Padre. (Romanos 8,3, Lucas 22,42) Al seguir a Jesús y negarte a tu propia voluntad, tienes ahora la oportunidad de llegar a una relación con la fuente de la vida, ¡Él quien puede darte todo lo que te hace falta en la vida!

Esto comienza con el arrepentimiento, con la decisión de vivir de todo corazón para Dios, y continúa con la salvación diaria, una transformación de tu naturaleza pecaminosa en algo santo y agradable a Dios. Sin salvación, no tienes futuro ni esperanza. (Romanos 8,13) Pero, con salvación, tienes la oportunidad de convertirte en una nueva persona: ¡una persona que llega a un contenido y paz en su vida! ¿Esto no es lo que quieres?

¿No sientes que Dios está llamando a la puerta de tu corazón? ¿No sientes que está tocando tu corazón? El Dios Todopoderoso, tu Creador, el que no tiene principio ni fin, ¡anhela salvarte del pecado y de la muerte! Él anhela darte la vida eterna. (Romanos 6,20-23) Él está extendiendo su mano hacia ti.

Buscad a Jehová mientras puede ser hallado

«¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno…
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia…» Isaías 55,2-3.6-7.

Dios, en su gran amor y misericordia, quiere salvarte de la vanidad y la destrucción que viene de vivir de acuerdo a tus deseos. ¿Por qué seguir viviendo conforme a lo que conduce a la muerte y destrucción? ¿Por qué vivir una vida alejada de Dios, cuando puedes tener una vida gloriosa y futuro con él?

¡Dios te está llamando a ser salvo! Te está llamando a renunciar a tu antigua forma de vida: tus hábitos pecaminosos y toda injusticia. Él quiere guiarte por un camino nuevo, de modo que puedas llegar a la alegría, paz y reposo en tu espíritu.

¿Estás o no respondiendo al anhelo en tu corazón?

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.