La sexta promesa gloriosa: Una columna en el templo de mi Dios

La sexta promesa gloriosa: Una columna en el templo de mi Dios

El sexto artículo de una serie sobre nuestras recompensas eternas

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«Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.» Apocalipsis 3,12.

Dios ama su creación. El pecado la destruyó, pero ahora Dios tiene un plan para volverla a su estado original de perfección, y recompensará a los que le ayuden a llevar a cabo este plan.
El pecado nació por causa del deseo de Satanás de establecerse sobre Dios, y esto destruyó la armonía en el cielo. Ahora Dios erradicará todo el pecado de su creación, de tal forma que no haya posibilidad de que esto ocurra de nuevo.

Dios creó a los seres humanos con el propósito de que gobernaran sobre el pecado. (Génesis 4,7) Todo su plan es que la humanidad viva una vida en la que odien y resistan el pecado, y digan sí a Dios – tengan victoria. El que vence el pecado en su propia vida demuestra que el camino de Dios es perfecto, y es parte de la obra para erradicar el pecado por la eternidad. Todos los que hagan esto degustarán las ricas recompensas de vivir una vida así. Estas promesas son para todos los que vencen.

Cómo ser una columna

Esta promesa fue escrita a la iglesia en Filadelfia, una ciudad en lo que hoy es Turquía. Esta región experimenta muchos terremotos. Los pilares, o columnas que fueron construidas para soportar los edificios eran de 5×5 metros de ancho. Estas columnas podían soportar terremotos; eran inamovibles. Es lo mismo contigo que eres un vencedor. Te conviertes en una columna. Independiente de lo que experimentes en la vida, las pruebas y tentaciones que debas enfrentar, jamás perderás la fe. Serás capaz de soportar cualquier cosa.

Pero no es tan simple como ganar una victoria, y luego convertirse en un pilar. No, es: «Al que venciere, yo lo haré columna.» Esto es un proceso. Es al que venciere, venciere y una vez más venciere. Es una vida victoriosa. Tu fidelidad en las pruebas y tentaciones te forman para ser una columna que cada vez es más fuerte.

Entonces te conviertes en una parte del templo de Dios como se describe en Apocalipsis 21. Una columna que también puede fortalecer, sostener, y apoyar a los demás. Te vuelves una herramienta útil para Dios.

Jesús nos reclama como suyos

La nueva Jerusalén es la esposa de Cristo. (Apocalipsis 21,2,9-11) Al escribir sobre ti el nombre de Dios, el nombre de la nueva Jerusalén, y su propio nuevo nombre, ¡Jesús te reclama como suyo! Es un signo de pertenencia. Cuando has luchado contra el pecado, soportado, y vencido, del mismo modo que Él lo hizo cuando fue de carne y hueso como nosotros aquí en el mundo, entonces perteneces a Jesús y su Padre.

Cuando has luchado contra el pecado, soportado, y vencido… entonces perteneces a Jesús y su Padre.

La gloria de una tal promesa no se puede comparar con ninguna otra cosa. Si realmente pudieras comprenderlo, entonces verías lo inútil que es tratar de aferrarse a otra cosa por sí mismo. Tu propia honra, riquezas, propia justicia, independiente de lo que sea. ¡Deja todo atrás, y Jesús te marcará como uno que pertenece a Él y su Padre! ¡Piensa cómo te regocijarás cuando estés en la eternidad, y vivas junto a ellos por la eternidad!

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.