La séptima promesa gloriosa: Le daré que se siente conmigo en mi trono

La séptima promesa gloriosa: Le daré que se siente conmigo en mi trono

El séptimo artículo en una serie sobre nuestras recompensas eternas.

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«Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.» (Apocalipsis 3,21)

Dios ama su creación. El pecado la destruyó, pero ahora Dios tiene un plan para volverla a su estado original de perfección, y recompensará a los que le ayuden a llevar a cabo este plan.

El pecado nació por causa del deseo de Satanás de establecerse sobre Dios, y esto destruyó la armonía en el cielo. Ahora Dios erradicará todo el pecado de su creación, de tal forma que no haya posibilidad de que esto ocurra de nuevo.

Dios creó a los seres humanos con el propósito de que gobernaran sobre el pecado. (Génesis 4,7) Todo su plan es que la humanidad viva una vida en la que odien y resistan el pecado, y digan sí a Dios – tengan victoria. El que vence el pecado en su propia vida demuestra que el camino de Dios es perfecto, y es parte de la obra para erradicar el pecado por la eternidad. Todos los que hagan esto degustarán las ricas recompensas de vivir una vida así. Estas promesas son para todos los que vencen.

Reinar con Jesús

¡La gracia de Dios te ha dado la oportunidad de ser parte de la novia de Cristo! Es inimaginable lo enorme es esto realmente. Es un llamado que crea una necesidad de fidelidad y obediencia, de modo que tu lugar allí esté confirmado. ¡Como parte de la novia te sentarás junto a Él en su trono, y juzgarás y reinarás sobre la tierra! La sabiduría que necesitas para poder hacer esto sólo puede encontrarse en lo que has aprendido viviendo una vida victoriosa. (Libro de la Sabiduría 1,3-4)

¡Si puedes gobernar sobre el pecado, entonces puedes gobernar con Él!

No son las experiencias de uno mismo en la vida lo que te enseña, sino lo que aprendes de aquellas experiencias. Se trata de lo que sucede en tus pensamientos. Pensamientos pecaminosos vienen, pensamientos de envidia, orgullo y muchas otras cosas. ¡Pero no puedes permitir que esos pensamientos vivan! Deben ser vencidos. En lugar de permitir que algo como la envidia controle tus acciones, aprendes a reaccionar con sabiduría, de una manera piadosa. Esto es lo que te dará la autoridad para reinar con Cristo. ¡Si puedes gobernar sobre el pecado, entonces puedes gobernar con Él!

Cuando se trata de cuánta sabiduría recibes, es algo que depende totalmente de ti mismo. Recibes un sinnúmero de posibilidades en tu vida para vencer el pecado. Cada una de estas posibilidades, estas tentaciones, son una posibilidad de crecer más en las virtudes de Cristo y aumentar tu valor eterno.

Esta es la única forma correcta de dar gracias a Dios, y honrarle para la vida increíble e inefable y la eternidad a la cual me ha llamado, y por su bondad y amor incondicional.

Personalmente no anhelo  ser el último, que apenas se cola con la gloria de una estrella parpadeante. ¡Anhelo brillar con la gloria del sol! Esta es la única forma correcta de dar gracias a Dios, y honrarle para la vida increíble e inefable y la eternidad a la cual me ha llamado, y por su bondad y amor incondicional.

Escritura tomada de la Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.